
Lagunas Los Noques por Daniel Ruiz
¿Qué es lo que hace hermoso a un paisaje? ¿Los frondosos árboles, cuyas hojas juegan con las brisas del invierno? ¿El agua que brota misteriosamente de las montañas azules? ¿Las sonoras pisadas de los duendes sobre secas ramas, avisándonos que ese lugar está prohibido para el hombre? ¿Los animales que vuelan, trinan, beben y pastan libres en un lugar de ensueño? ¿Pero quién pintó ese cuadro de naturaleza viva? ¿Quién tiene el poder de hacerlo? ¿El tiempo que se amiga con el clima? ¿Dios?…
Es invierno y somos cuatro mortales que estamos de paseo en ese paisaje de fantasía y luz, llamado, hoy en día, Parque provincial potrero de Yala: mis hijas Claudia, Ana, mi nieta Valentina y yo, ¡Cuál amable guía las orienta hacia el paraíso creyendo conocerlo!
Cantan los jilgueros entre unos duraznales que ya tienen flor, mugen las vacas que beben las aguas del Comedero, es tan simple y bello el paisaje que no hace falta adornarlo. No se sabe si el cielo es la tierra o la tierra es el cielo. ¿Así será el paraíso? ¿Un espejo de oro y plata con diamantes que brillan en el fino cristal?
El verde sendero por donde caminamos huele a digitalinas de primavera, a mentas de verano y a cedrones de otoño, a un embriagador perfume de flores de cualquier época del año que nos hace continuar.
Vuela mi corazón y la de mis niñas por las montañas azules y espejos mágicos en búsqueda de lo fantástico, de lo maravilloso, de lo irreal. Y cerca nomás del mundo, bien escondida de los ojos humanos, la encontramos sumisa entre verdes laderas de pinos, protegida por viejos alisos: al espejo de brillante agua cristalina, en donde, bajo la luz de la luna, admiradas por duendes y hadas que posan entre las rocas, cantan y nadan sirenas.
¿De las seis portales de agua por qué en noches de luna llena será este el más resplandeciente? ¿Qué tesoros esconderán sus aguas? Misterio y magia envuelven al lugar que el hombre valora y respeta por asombro y temor a lo sobrenatural.
Al estar a sus pies, sonriéndoles la saludamos, disfrutamos observándola y agradecidos por la paz y energía que transmite nos despedimos de ella con un adios. Bella copita de cristal con forma de corazón, qué Dios nos regaló y bendijo con el nombre de: Laguna Los Noques.
-Daniel Ruiz-
