
XVII
Quisiera ser rocío del relente
para colmar tus ansías de ternura,
quisiera ser la fuente de agua pura,
para darte de beber mi agua ardiente.
Quisiera ser el Halo del poniente
para nimbar de ensueños tu figura,
y ser también, los brazos del torrente,
para estrechar en ellos tu cintura.
Quisiera ser tu vida y ser tu muerte,
y fecundar tu fosa con mis huesos,
porque vencí al destino con mi suerte.
Pues vi en tus pechos, dos combadas lomas,
dos pezones piando por mis besos
y una blanca nevada de palomas.
