
Mi mente escapa del mundo de los sueños para regresarme a la realidad, al reino de los vivos.
Es miércoles 24 de septiembre, el bullicio de los vehículos, de la gente misma, me dice que ¡Amanece en Cochabamba!
Es día de paseo y de esparcimiento. En unos trufi los flamantes escritores, visitamos al Municipio de Tarata (tara= Árbol-llanura), en donde una concejal -teniendo como testigos al presidente René Emilio Barrientos Ortuño, que posa altivo en un vistoso cuadro- en idioma quechua nos da la bienvenida, y no faltaba más, como si fuésemos reyes de las letras, no dan un certificado por la visita a su casa.

Finalizado el acto con discursos, declamaciones y agradecimientos de partes de los escritores a las autoridades locales, como turistas visitamos la plaza central y la iglesia del lugar, la cual por dentro, con sus paredes, su cúpula de arco de medio punto y su púlpito -qué no es de oro- es muy parecida a la Catedral de Jujuy.


Después de deleitar nuestras vistas con esta impresionante construcción participamos en un almuerzo de confraternidad; de comida: un plato de chorizo con trigo hervido y ensalada de verduras qué da gusto comer (el chorizo consta de 4 deliciosas butifarras), de fondo música regional.

Terminada esta actividad «cada carancho a su rancho». Regresamos a nuestros hospedajes.
«Orgullosa de su tierra, de su pueblo y de su cultura, Bolivia agradece a los que la visitan»