
Un número que el Gobierno festeja como trofeo, pero que para la gente de a pie sigue siendo sinónimo de plata que no alcanza.
La foto del mes
- Transporte: +3,6 %
- Bebidas alcohólicas y tabaco: +3,5 %
- Restaurantes y hoteles: +3,4 %
- Alimentos y bebidas: +1,4 %
- Prendas de vestir y calzado: –0,3 %
Los precios regulados, como tarifas y transporte, treparon 2,7 %, mientras que la inflación núcleo marcó 2 %.
¿Éxito o espejismo?
El ministro Luis Caputo salió rápido a festejar:
“Cuarto mes consecutivo con inflación menor al 2 %. Algo que no ocurría desde 2017”.
Pero detrás de la placa oficial hay otra realidad: el consumo está frenado, la recesión golpea y muchos precios se contienen más por la falta de demanda que por la estabilidad económica.
El dato filoso
El “milagro” estadístico de Milei se sostiene en tasas altísimas, un crédito hipotecario congelado y salarios que se arrastran. La inflación baja, sí, pero porque el mercado interno está anestesiado: la gente compra menos, las pymes venden poco y los comercios se reinventan para sobrevivir.
Conclusión: una calma que quema
La inflación parece domada, pero es una calma de quirófano: los precios no explotan porque el paciente —la economía real— está bajo anestesia. Milei aplaude el 1,9 %, pero el bolsillo del argentino sigue ardiendo cada vez que entra al súper.