
En un fallo que sacude el corazón de la democracia, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la condena contra la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por la causa Vialidad. Se ratifican 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, en lo que muchos consideran un golpe quirúrgico al sistema político argentino.
JUSTICIA O PERSECUCIÓN
Mientras en las calles se multiplican las movilizaciones bajo la consigna “Cristina no está sola”, el máximo tribunal selló una jugada que no solo apunta contra una persona, sino que intenta disciplinar a todo un movimiento político. El fallo cae como una bomba en pleno clima preelectoral y, lejos de cerrar una etapa, abre una grieta más profunda y peligrosa: la de la proscripción en democracia.
“Estar presa es un certificado de dignidad”, disparó Cristina desde un acto en La Matanza, en un mensaje directo a los magistrados.
Con una defensa que denunció arbitrariedades, lawfare, y manipulación mediática, la expresidenta anunció que apelará hasta el último recurso disponible, aunque las posibilidades de revertir la decisión son mínimas. Lo cierto es que si la sentencia queda firme antes del 19 de julio, Cristina quedaría fuera de las elecciones, dejando un vacío simbólico y estratégico para el peronismo.
EL PRECIO POLÍTICO Y JUDICIAL
El fallo incluye además el decomiso de bienes por más de 84.000 millones de pesos, una cifra escandalosa incluso en términos judiciales. Una señal de que el castigo no es solo político, sino también económico: quieren borrar a Cristina del mapa y vaciar su legado hasta el último centavo.
¿GOLPE BLANDO?
Organizaciones sociales, sindicatos, militancia kirchnerista y referentes del interior —incluyendo Jujuy— salieron a las calles a repudiar el fallo, que ya es leído como un intento de golpe blando. Para muchos, no hay elecciones libres con candidatos proscritos desde los tribunales.
“Dale, meteme presa. ¿Eso va a hacer que la gente viva mejor?”, desafió CFK con dureza.
En Jujuy, el lema #JujuyConCristina marcó el pulso de una marcha que no solo denuncia el fallo, sino que reclama por una democracia real, donde el voto popular no pueda ser suplantado por el sello judicial de Comodoro Py.
LA CUESTIÓN DE FONDO
Esta condena no resuelve la corrupción, ni devuelve la confianza en la justicia, ni mejora la calidad de vida de la población. Pero sí sirve para sacar del juego a la figura más influyente del peronismo en los últimos 20 años. Lo que la urna no logró, lo intenta lograr el fallo.
¿Y ahora? El peronismo define si apuesta a Cristina hasta el final o si sale a la cancha con otro nombre. Pero lo que nadie duda es que la llama del kirchnerismo está lejos de apagarse. Al contrario: la Corte puede haber encendido el fuego.
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