
Este viernes, en plena recorrida proselitista por Oberá, Karina Milei –la autoproclamada «Jefa» del Gobierno libertario– y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, fueron increpados duramente por productores yerbateros que llevan meses reclamando lo que consideran un abandono total del sector por parte del Gobierno Nacional.
Los libertarios llegaron con banderas, selfies y discursos, pero se fueron entre gritos, empujones y una retirada apurada. «¡Queremos respuestas, no show de campaña!», gritaban los yerbateros, quienes denuncian la inacción del Ejecutivo frente a la acefalía del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), organismo que sigue sin presidente desde diciembre del año pasado.
Una visita accidentada y una huida incómoda
Lo que pretendía ser un acto de presencia política terminó en un verdadero papelón. Los productores se organizaron para visibilizar el conflicto y el reclamo fue directo: la yerba mate está al borde del colapso por falta de políticas públicas.
La tensión escaló cuando intervino personal de seguridad para intentar contener los ánimos, pero lejos de calmar las aguas, se vivieron choques con la policía, amenazas de detención y una escena digna de un operativo de evacuación. Milei y Menem se subieron rápidamente a las camionetas oficiales y abandonaron la ciudad sin mayores explicaciones.
El campo no se come el verso
El enojo no es nuevo: el Movimiento Agrario de Misiones (MAM) y la Asociación de Productores Agropecuarios de Misiones (APAM) ya presentaron denuncias penales contra el presidente Javier Milei por incumplimiento de deberes de funcionario público, acusándolo de «abandonar al sector yerbatero». Mientras tanto, los productores siguen sin respuestas, sin reglas claras de precios, y sin una conducción firme en el INYM.
El interior profundo dice basta
Este episodio en Oberá no es aislado. La bronca se multiplica en el interior del país, donde el relato libertario de la motosierra ya no enamora. El productor misionero, que trabaja bajo el sol y sostiene parte de la economía regional, ya no cree en promesas ni en slogans libertarios.
En vez de escuchar, el Gobierno baja con custodios y se va corriendo. En vez de soluciones, despliega redes sociales y cámaras. Pero el campo habla claro: si no hay yerba, no hay paz.