
Esta semana, el municipio capitalino oficializó un nuevo tarifazo en el transporte urbano: viajar dentro de la ciudad cuesta ahora $1.048,73 por tramo.
La medida encendió la mecha de un viejo reclamo que nunca se apaga del todo: la implementación del horario corrido en el comercio. Desde el Centro de Empleados de Comercio de Jujuy, su referente Miguel Mamani volvió a poner el tema sobre la mesa y no se guardó nada:
“Nos complica la vida a todos. Hoy el sueldo no alcanza, el paritario no se homologa, las empresas no pagan, y encima el boleto sube. ¿Cómo hace un trabajador que tiene que volver a su casa al mediodía, cuidar a sus hijos, y regresar al trabajo? El horario cortado ya no tiene sentido”.
Y es que, para muchos empleados, el día laboral implica cuatro viajes diarios: ida al trabajo, regreso al mediodía, vuelta a la tarde y finalmente el retorno a casa. Un sistema desgastante y económicamente insostenible, sobre todo para quienes viven en los barrios más alejados.
Más caro, pero no mejor
El malestar no se debe solo al precio. Los usuarios coinciden: el servicio no está a la altura. Frecuencias irregulares, unidades en mal estado y demoras interminables son moneda corriente. “El precio no es acorde al servicio”, se escucha en las paradas con tono de resignación.
¿Horario corrido? ¡Ya funciona!
La propuesta del sindicato no es descabellada. “Hay muchas empresas que ya adoptaron el horario corrido y no les va mal”, aseguró Mamani, mencionando casos concretos como ópticas, locales de la zona de Gorriti y comercios como Balbi.
“La gente se acostumbra. Si necesita algo, sabe que tiene que ir en el horario estipulado. Y a los trabajadores les cambia la vida”.
El planteo no es nuevo, pero el contexto actual —con salarios licuados, inflación galopante y transporte impagable— le da una urgencia ineludible. Para muchos, trabajar con jornada partida ya no es opción, sino un castigo.
Vivir para pagar boletos
Lo dijo sin rodeos el gremialista: “Hoy muchos compañeros se financian con la tarjeta para llegar a fin de mes. Este aumento los deja directamente fuera de juego. Si no se toma alguna medida, la situación va a ser insostenible”.
Mientras tanto, desde el municipio no hubo declaraciones oficiales tras el aumento, ni mucho menos señales de algún plan para mitigar el impacto. El trabajador jujeño sigue ajustando su economía mientras espera respuestas.