
Lo que empezó como una cena televisada más en la clásica mesa de Mirtha Legrand terminó en un inesperado cruce entre uno de los actores más queridos de la Argentina y el titular del Palacio de Hacienda. Ricardo Darín, protagonista del éxito mundial de Netflix El Eternauta, sorprendió al público al lanzar una frase que nadie esperaba:
«Una docena de empanadas me cuesta $48.000. No entiendo estas medidas para sacar los dólares del colchón».
La afirmación, en medio de una conversación sobre el contexto económico actual, se viralizó en minutos y encendió las redes. El comentario resonó con fuerza en un país donde el precio de los alimentos es un tema de todos los días. Pero lo que nadie imaginaba era que el propio ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, recogería el guante.
Caputo no se la dejó pasar
Lejos de dejar pasar la declaración como una anécdota más de la farándula, Caputo arremetió con sarcasmo en una entrevista con Luis Majul en LN+:
«Terrible lo de Darín, una sorpresa… me dio vergüencita ajena», disparó.
El funcionario no se detuvo ahí. Cuestionó el tono del actor y lo acusó de querer ponerse el traje de defensor del pueblo sin argumentos sólidos:
«Se quiso hacer el nacional y popular y dijo una estupidez que todavía lo están gastando en las redes», lanzó sin filtro.
Y para cerrar, usó una metáfora de alto voltaje:
«Todo bien si puede comprar empanadas en Mi Gusto o Don Julio, pero las empanadas no valen eso, Ricardito. Es como que mañana vayas a Porsche y le digas a Mirtha: ‘Mirtha, los autos salen 200.000 dólares, la gente no puede comprar su Porsche’».
La reacción de las redes: empanadas, memes y crítica social
Como era de esperarse, el cruce desató una verdadera tormenta en redes sociales. Empanadas de oro, meme de Don Julio sirviendo masas con pinzas, Porsches rellenos de carne picada, y hasta fotomontajes de Darín negociando en una rotisería.
Pero más allá del humor, el trasfondo del debate pone sobre la mesa una pregunta incómoda:
¿En qué país vive cada uno?
Mientras Darín se horroriza por el precio de unas empanadas en locales exclusivos, millones de argentinos no pueden pagar ni media docena en el barrio. Mientras Caputo ironiza con autos de lujo, miles hacen malabares para llegar a fin de mes.

¿Empanadas o metáfora del país?
Este cruce, que parece menor, es en realidad el reflejo de una Argentina partida. Una donde la inflación, el ajuste y el desconcierto conviven con declaraciones altisonantes y desconectadas. En donde las figuras públicas —ya sean actores o funcionarios— muchas veces hablan desde burbujas que nada tienen que ver con el supermercado, la parada del colectivo o la verdulería.
Y entre tanto cruce, hay una verdad que no necesita metáforas:
el salario no alcanza, la comida sube todos los días y el humor popular hace lo que puede para reír en lugar de llorar.
¿Conclusión? Las empanadas suben, los ánimos también, y los argentinos seguimos en el medio: viendo cómo nuestros referentes se pelean por la docena… mientras muchos no pueden comprar ni una.