
Una historia de fe que nació en la llanura
La devoción a la Virgen de Luján tiene raíces profundas. Todo comenzó en 1630, cuando una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción, proveniente de Brasil, quedó misteriosamente detenida en una carreta a orillas del río Luján. Fue ese hecho el que muchos interpretaron como señal divina: la Virgen quería quedarse con su pueblo. Y así fue.
Desde entonces, la imagen peregrina, bendice hogares, inspira causas y acompaña al pueblo argentino en sus luchas, dolores y celebraciones.
Fe popular y unidad nacional
Cada año, miles de peregrinos caminan hasta su santuario en la ciudad bonaerense de Luján. Pero también, en pueblos como Yala, San Pedro o Humahuaca, se elevan misas, rezos y procesiones en su honor. Porque la Virgen de Luján no es solo de Buenos Aires, es de toda la patria.
Su imagen ha estado en los momentos clave de la historia nacional: acompañó soldados en Malvinas, visitó hospitales en pandemia, y estuvo presente en actos de unidad y reconciliación.
En tiempos de incertidumbre, un símbolo que no falla
Hoy, en medio de crisis económicas, tensiones políticas y debates sociales, la figura de la Virgen vuelve a unir. No importa la ideología ni el lugar de origen: su manto azul y blanco nos abraza a todos por igual.
En este 8 de mayo, desde Portal del Norte Jujuy, saludamos a todos los devotos y peregrinos.
Y elevamos una oración por nuestra tierra, por la paz, y por un futuro con justicia, trabajo y fe.
¡Virgencita de Luján, ruega por nosotros y por la Argentina!