
Este número implica que casi 4 de cada 10 trabajadores no tienen aportes jubilatorios, cobertura médica, obra social ni protección laboral básica, lo que agudiza la precarización en medio de un contexto económico marcado por la inflación, la recesión y el ajuste fiscal.
¿Qué significa ser informal?
El empleo informal, también conocido como trabajo “en negro”, es aquel en el que el empleador no registra debidamente al trabajador. Esto implica que el empleado no tiene aportes a la seguridad social, no cobra aguinaldo, no accede a licencias pagas ni tiene cobertura por accidentes o despidos.
Este fenómeno afecta con más fuerza a jóvenes, mujeres y personas con bajo nivel educativo, además de ser predominante en sectores como el servicio doméstico, la construcción, el comercio minorista y la agricultura.
Una deuda estructural
A pesar de los avances tecnológicos y las políticas de inclusión financiera, la informalidad sigue siendo una deuda histórica del mercado laboral argentino. Diversos analistas coinciden en que el fenómeno se agudiza en contextos de crisis, donde muchas pymes no logran sostener los costos de la formalidad y miles de trabajadores aceptan cualquier ingreso para subsistir, aunque eso implique renunciar a sus derechos laborales.
Además, los trabajadores informales suelen tener ingresos más bajos y mayor inestabilidad laboral, lo que repercute directamente en su calidad de vida y en su acceso a servicios esenciales.
Más allá de las estadísticas
Según el propio INDEC, el aumento en la informalidad se da en un contexto en el que la tasa de empleo general permanece estable, lo que revela que la creación de empleo no necesariamente implica mejores condiciones laborales.
En un país donde más del 40% del empleo es precario, las políticas públicas de regularización, control y fomento al trabajo formal se vuelven urgentes para garantizar no sólo fuentes de ingresos, sino también derechos, estabilidad y dignidad.