
En verano era uno de nuestros lugares favoritos, los yaleños que hoy tienen más de 50 años seguro recuerdan esos momentos de diversión.
¿Qué defensa? ¿Las aguas del río Yala pasaban por ahí? -Se preguntarán.
Lo que sucede señores es que a principios de 1980, en épocas de verano, -seguro que antes también pasaba lo mismo- las crecidas del río Yala, aprovechando que no había defensas que detuvieran su feroz paso, a modo de advertencia lograron invadir areas aledañas y atemorizar a los vecinos del lugar. Por lo tanto, ante la posibilidad de que en los años siguientes provocara destrozos en el pueblo, el Comisionado Municipal del turno, tuvo la brillante idea de hacer levantar una defensa de hormigón, la cual, como una larga serpiente, recorría desde las playas del río Grande hasta altura de la casa de la familia Ulloa.
Con el tiempo las aguas del río cambiaron de curso, o mejor dicho para beneficio de uno y de otros, las hicieron a cambiar, situación que fue aprovechada por desconocidos, quienes con autorización y papeles firmados por no se sabe quien, en plena playa, construyeron casas y por lo consiguiente la defensa de cemento permanece oculta entre sus cimientos y jardines.
¿Qué? ¡Perdón! ¿Cualquiera puede construir casas en una playa de río?
Para que sepan aquí en Yala si se puede.
Hoy en día, con sus bravas crecidas, el único que reclama justicia, tratando que el usurpador se retire y en reconquistar su cauce normal, es el pobre río Yala.
¿Y los yaleños que hacemos? Pues, en un papel solo escribimos y recordamos que alguna vez, cuando éramos niños, desde una defensa de hormigón, de cabeza nos zambullíamos en las frescas y relajantes aguas del río Yala. Nada más que eso.
-Daniel Ruiz-