
Harina, grasa y levadura mezclados por tibia salmuera en mesa
vieja, un torno de madera con rodillos de acero, en el patio un horno de barro
y una pala de madera pa´ hornear, la masa es hecha por suaves manos blancas, sin queja alguna giran los rodillos cien veces, con o sin chicharrón, la masa está a punto, para que no se hinche dos pinchazos de tenedores, se calienta el horno con fuego de churqui, tusca o madera cualquiera, con un palo y pichana como escoba se sacan las brasas, limpia y caliente la pala va y viene en boca del horno, se tapa. Es una fábrica, todos los hermanos colaboran, se espera unos minutos, se los dá vuelta, un poco de paciencia y sacamos bollos dorados, en sabor y olor únicos, en un concurso se gana seguro, por lo ricos que son tocan las manos pa´ comprarlos, los bollos de mi madre traídos de los pagos de El Palmar, como esos nunca más.
